“Mi hijo tiene TDAH y continuamente me veo reflejada en él a su misma edad, ¿yo también tengo TDAH?”. Este comentario es común en padres y madres de escolares que son diagnosticados de TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) cuando acuden a consulta acompañando a su hijo/a.
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo cuyos síntomas principales son la dificultad para mantener la atención y/o una excesiva hiperactividad e impulsividad. Los síntomas están presentes desde la infancia y afectan a diversos ámbitos vitales, familiar, social, escolar o laboral. La prevalencia del TDAH en la infancia es del 5-7%. Los síntomas y el impacto funcional del TDAH no siempre desaparecen al pasar a la edad adulta y el trastorno puede persistir en más del 50% de los casos, siendo la prevalencia en la edad adulta en torno al 4%.
Existen 3 tipos de TDAH, el inatento, el hiperactivo-impulsivo y el combinado. En niños predomina la hiperactividad, mientras que en niñas predomina el déficit de atención, por lo que pueden pasar desapercibidas y ser diagnosticadas más tarde, en la adolescencia y en la edad adulta. No detectar el TDAH a tiempo puede acarrear problemas de depresión y ansiedad, baja autoestima, dificultades en las relaciones personales y problemas laborales.
En general, y teniendo en cuenta que cada caso es diferente, los síntomas que presenta el TDAH son frecuentemente comunes. Debemos atender a todas aquellas alertas centradas en la inatención y ver si estas son frecuentes. Los síntomas del adulto con TDAH suelen ser diferentes al de los niños. La hiperactividad se hace menos visible y se transforma en una inquietud más interna y en una búsqueda de actividad o emoción constante. Los problemas de atención son probablemente los que más persisten; éstos acarrean dificultades a los adultos a la hora de llevar a cabo las tareas, gestionar su tiempo o ser organizados y consistentes.
A medida que las mujeres pasan a la edad adulta, aumentan las exigencias sobre las funciones ejecutivas, y los síntomas pueden ser aún más difíciles de reconocer como TDAH. Las dificultades más comunes que podemos observar en mujeres con TDAH son dificultades de concentración y de organización, escasa planificación de las
tareas a realizar, dificultad para establecer prioridades, dejar las tareas para más adelante, apuros para gestionar el tiempo, compromiso para enfrentarse a situaciones de estrés, baja tolerancia a la frustración, numerosos despistes, olvidos y distracciones, pérdida constante de objetos, cambios de humor e irascibilidad frecuente, dificultad para relajarse, inquietos, sensación de “ir como una moto”, baja autoestima, ansiedad y depresión.
A pesar de estos retos, muchas mujeres con TDAH pueden parecer externamente perfeccionistas de alto rendimiento. Las mujeres con TDAH tienen más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión, abuso de sustancias y trastornos alimentarios y de que su TDAH se confunda con ansiedad o depresión.
En adultos el TDAH está infradiagnosticado y sobre todo en mujeres con TDAH. Sólo un 0,4% de los adultos con TDAH son diagnosticados. Las mujeres con TDAH no son diagnosticadas cuando son niñas ya que tienen mayor probabilidad de presentar problemas de inatención y menor probabilidad de tener bajo rendimiento escolar y por tanto pasan más desapercibidas. El diagnóstico y tratamiento mejora la vida de las mujeres con TDAH. Vivir con una enfermedad que no sabes que
padeces es algo muy frustrante, especialmente si nadie se da cuenta durante años de que esa enfermedad te está haciendo la vida mucho más difícil que a los demás, por lo que el diagnóstico en sí mismo es “terapeútico”.
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